martes, 22 de mayo de 2007

SOLO UN PRELUDIO

Cuando finalizan los primeros cuatro años de gobierno del presidente Nestor Kirchner, los argentinos nos encontramos nuevamente con la posibilidad de hacer un balance de gestión, que en el debe y el haber de nuestra propia conciencia, pesará o alegrará, si se es opositor o partidario del santacruceño al que en otra oportunidad, algunos lo calificaros como un presidente posmoderno, contestatario y levemente populista.


Es en la tradición de adherir a personas antes que a proyectos políticos, donde generalmente nos situamos fieles a la cultura tan latina de tratar de encontrar refugio en individuos (cuanto más encumbrados mejor) para intentar encontrar la explicación de nuestros pequeños o grandes fracasos o triunfos, e individualizar al causante de los mismos, dejando a salvo la mayoría de las veces nuestra propia responsabilidad ciudadana.

En consecuencia: ¿Es Kirchner el principal responsable de nuestros males o de nuestro bienestar? o ¿Es el presidente el producto del actual estado de nuestra sociedad? Preguntas que nos pueden incomodar si no ejercitamos el hábito de indagar en nuestra mismidad y nuestra forma de relacionarnos y de interactuar en nuestra sociedad en el estado actual de nuestras instituciones.

Es en esa mismidad y la interacción de los individuos con responsabilidad social donde se pusieron en juego en los últimos tiempos, las grandezas humanas pero también las miserias. Es que no es poco lo que se disputa: El poder.

En tanto, el a veces vano intento de mantener un punto de equilibrio nos propone la tarea de admitir algunos yerros y reconocer logros en el contexto de una realidad más lejana, pero que indudablemente condiciona el futuro de los argentinos.

Deberemos entonces, asumir que el 9,8 por ciento de desocupación, los 40 mil millones de pesos de superávit fiscal y otros datos macroeconómicos pasan desapercibidos frente a la decisión de mantener una oposición férrea a la gestión kirchnerista. Es, en este contexto en el que este vale todo, se escucha decir desde que algunos comerciantes de la localidad de El Calafate (donde tiene su residencia el presidente) emiten facturas truchas, hasta abrir una entrevista al candidato a Vice Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Emilio Olivera, preguntándole si cree que el caso Skanka vá a incidir en el resultado de la elección.

No se trata de demonizar una oposición ideológica, ni de aparecer como inquisidor a ultranza. La cuestión es intentar despejar el camino de los argentinos hacia un proyecto común, de inclusión social, de tolerancia, de distribución equitativa de la riqueza que se genere, que el empresariado asuma el riesgo de invertir. Pero sobre todo que no nos permitamos desandar el camino recorrido. No olvidemos que quienes se enriquecieron durante la década del menemato, siguen atentos esperando una nueva oportunidad. Y trabajando intensamente para ello.

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